La casa soy yo.
Tiene puertas,
tiene ventanas,
abiertas al exterior.
Tiene universos,
tiene galaxias,
y tiene una flor.
La casa soy yo.
Tiene multitudes,
un solitario,
una pecera
y un caracol.
Tiene un soldado,
un galerista,
un rockero,
y un predicador.
La casa soy yo.
Armarios vacíos
de miedo y ambición.
Perchas sin trajes
desnudan el corazón.
Lo que yo soy
ofrezco con amor.
La casa soy yo.
Tiene un carterista,
un amante,
un misionero,
y un especulador.
Tiene un artista,
un comerciante,
un camionero,
y un guasón.
La casa soy yo.
Tiene un diamante,
una amatista,
un cuarzo,
y un templo del sol.
Tiene un buda,
un Jesucristo,
un Mahoma,
y un televisor.
Tiene un ciego,
un perro guía,
un gato,
y un edredón.
La casa soy yo.
Tiene una sonrisa,
un abrazo,
un beso,
y un capón.
Tiene una misa,
un sacerdote,
un penitente,
y un pecador.
Tiene una mente,
una consciencia,
un maestro,
y un ambientador.
La casa soy yo.
Tiene un libro,
una historieta,
un dibujante,
y un escritor.
Tiene un amigo,
un compañero,
un asistente,
y un sanador.
La casa soy yo.
¡Vamos entra!
Tienes mi bendición.
domingo, 13 de enero de 2019
viernes, 4 de enero de 2019
Charla "Un país llamado Integridad"
El pasado 30 de Noviembre compartí una charla en el Rincón de Kiko que ahora os presento aquí en formato video por gentileza de Armando Gutiérrez, de la Asociación Hinneni y Derviche films.
martes, 1 de enero de 2019
Muchos somos
De tantos hombres que soy, que somos,
no puedo encontrar a ninguno:
se me pierden bajo la ropa,
se fueron a otra ciudad.
Cuando todo está preparado
para mostrarme inteligente
el tonto que llevo escondido
se toma la palabra en mi boca.
Otras veces me duermo en medio
de la sociedad distinguida
y cuando busco en mí al valiente,
un cobarde que no conozco
corre a tomar con mi esqueleto
mil deliciosas precauciones.
Cuando arde una casa estimada
en vez del bombero que llamo
se precipita el incendiario
y ese soy yo. No tengo arreglo.
¿Qué debo hacer para escogerme?
¿Cómo puedo rehabilitarme?
Todos los libros que leo
celebran héroes refulgentes
siempre seguros de sí mismos:
me muero de envidia por ellos,
y en los filmes de vientos y balas
me quedo envidiando al jinete,
me quedo admirando al caballo.
Pero cuando pido al intrépido
me sale el viejo perezoso,
y así yo no sé quien soy,
no sé cuantos soy o seremos.
Me gustaría tocar un timbre
y sacar el mí verdadero
porque si yo me necesito
no debo desaparecerme.
Mientras escribo estoy ausente
y cuando vuelvo ya he partido:
voy a ver si a las otras gentes
les pasa lo que a mí me pasa,
si son tantos como soy yo,
si se parecen a sí mismos
y cuando lo haya averiguado
voy a aprender tan bien las cosas
que para explicar mis problemas
les hablaré de geografía.
Pablo Neruda de su obra Estravagario
no puedo encontrar a ninguno:
se me pierden bajo la ropa,
se fueron a otra ciudad.
Cuando todo está preparado
para mostrarme inteligente
el tonto que llevo escondido
se toma la palabra en mi boca.
Otras veces me duermo en medio
de la sociedad distinguida
y cuando busco en mí al valiente,
un cobarde que no conozco
corre a tomar con mi esqueleto
mil deliciosas precauciones.
Cuando arde una casa estimada
en vez del bombero que llamo
se precipita el incendiario
y ese soy yo. No tengo arreglo.
¿Qué debo hacer para escogerme?
¿Cómo puedo rehabilitarme?
Todos los libros que leo
celebran héroes refulgentes
siempre seguros de sí mismos:
me muero de envidia por ellos,
y en los filmes de vientos y balas
me quedo envidiando al jinete,
me quedo admirando al caballo.
Pero cuando pido al intrépido
me sale el viejo perezoso,
y así yo no sé quien soy,
no sé cuantos soy o seremos.
Me gustaría tocar un timbre
y sacar el mí verdadero
porque si yo me necesito
no debo desaparecerme.
Mientras escribo estoy ausente
y cuando vuelvo ya he partido:
voy a ver si a las otras gentes
les pasa lo que a mí me pasa,
si son tantos como soy yo,
si se parecen a sí mismos
y cuando lo haya averiguado
voy a aprender tan bien las cosas
que para explicar mis problemas
les hablaré de geografía.
Pablo Neruda de su obra Estravagario