La verdadera amistad no se encuentra entre multitudes, dadas a perderse en dispersiones mentales, en juicios vanos, en entretenimientos superfluos.
La verdadera amistad se da en la intimidad, es un reconocimiento del uno en el otro, del otro en uno. Allí donde eso ocurre desaparece el yo, desaparece el tú, pues ambos son lo mismo.
La verdadera amistad se encuentra en círculos pequeños, donde no existen las aristas, donde cada uno tiene su lugar, su función, su momento, donde no existen las exigencias, las condiciones ni los desencuentros.
La verdadera amistad habla el lenguaje del Amor, que se expresa sin límites en una relación plenamente enriquecedora, que se alimenta de la generosidad, de la compasión, de la empatía.
La verdadera amistad no tiene categorías, ni separaciones, ni ideologías. Es un vínculo que conecta los corazones y engrandece las almas.
La verdadera amistad es una expresión de tu Ser divino, que llama a tu puerta cada día para que lo reconozcas y le des tu bienvenida.
La verdadera amistad es un alimento sublime que te llena de energía a cada momento y te enseña a vivir tu humanidad desde el gozo más absoluto.
La verdadera amistad no tiene fin ni principio, es un reflejo de la auténtica infinitud que recorre cada célula del templo de tu cuerpo.
La verdadera amistad, querido amigo, nace en ti. No te olvides de honrarla en cada paso de tu existencia.