Él te llama.
Aunque tus oídos se muestren escondidos
a la melodía de su voz silenciosa,
Él te llama.
Aunque tus ojos permanezcan cerrados
a la luz de la existencia que emanas,
Él te llama.
Aunque tu corazón lata desbocado
sin seguir el ritmo preciso de tu instante,
Él te llama.
Aunque tus palabras griten la razón
del ego que te posee por completo,
Él te llama.
Aunque tus actos sólo muestren
la eterna batalla que vives contigo,
Él te llama.
¡Ríndete!
Olvida todas las causas.
Abre el grifo de la fuente inagotable
que todo lo abarca.
Percibe el placer de lo inevitable
en cada llamada.
Entonces, el Amado,
te mostrará su morada.
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