Me acostumbré
a pisar las huellas de tus pasos
con el molde de mis pies desenfocados
sin ir a ningún lado.
Me acostumbré
a caminar despacio,
lento y sosegado,
para disfrutar del tiempo y el espacio,
a tu lado.
Me acostumbré
a llevar maletas de recuerdo
en los viajes de olvido que hago contigo,
para que en las mañanas de tus noches
me tengas siempre presente.
Me acostumbré
a pasear por el alambre de la incertidumbre
con la barra de equilibrios de tus pecados,
para que el precipicio de la vida no me arrastrara.
Me acostumbré
a ver amaneceres en tus ojos,
cuando la luz del alba de los míos está de rebajas,
y así poder observar juntos lo increíble.
Me acostumbré
a seguir la sombra de tus sonrisas
para fabricar la alegría de tu rostro
en cada uno de mis gestos acompañados.
Me acostumbré
a visitarte de madrugada,
a oscuras y en secreto,
para descubrir que tus encantos
siempre traen luz a mi cuerpo apagado.
Me acostumbré
a tantas cosas contigo
que si no me desacostumbro
jamás seré yo mismo.
Excelente poema Juan, me ha encantado
ResponderEliminarExcelente poema Juan, me ha encantado
ResponderEliminarLlegando siempre al toque de luz. Gracias
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