esquivé los obstáculos,
llegué hasta el precipicio,
y me encontré vacío.
Perdí mi identidad,
pero seguía siendo el mismo.
Era como ver sin ojos
lo que siempre esperó ser visto.
No sabía quién era,
nunca lo supe con más tino.
Ser, ilimitadamente vivo,
morir dejó de tener sentido.
Todo fue abandonarse,
las certezas ocuparon su sitio.
Ahora sé quién soy,
quién seré, quién he sido.
Tuve que dejar el saber,
convertirme en ignorante,
quedarme en lo desconocido.
Dejando atrás avancé,
todo lo que nunca supe
en realidad fue sabido.
Me rendí a la vida.
Me entregué al abismo.
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