domingo, 4 de agosto de 2019

Los faroles del recuerdo

Son faroles colgantes de la distancia los que llenan el caminar de oscuridades intangibles que pretenden dar protagonismo a la memoria del recuerdo inacabado.

Centinelas de hierro artesano brillan en medio de la nada, mostrando la huella del pasado que se resiste inmisericorde a su definitiva desaparición.

El negocio de lo clandestino está ya clausurado. Todo pretende darse una importancia desmesurada y salir a la palestra a mostrar con orgullo sus deformidades.

Mientras tanto, seguimos caminando pretendiendo vaciar de inmundicia los bolsillos de esta vida tan permeable. Y, cuando la realidad acude en nuestras ayuda, nos hallamos entretenidos en el juego de la ignorancia de no saber absolutamente nada de nosotros mismos.

Dimes y diretes pueblan una calidad de pensamiento que se haya en periodo de rebaja perpetuo, buscando la oferta de solución milagrosa en el mercado de lo establecido.

Pero, en la cueva de la verdad, no existen los aspavientos. No existen valor y precio. Tan sólo la autenticidad de sentirse pleno.

Seguimos buscando el disfraz más bonito para el festejo y cuando te quieres desnudar se te han comido el pellejo. 

El espejo mira hacia atrás, hacia delante, nunca el momento, y andas y andas, sin ver, inventándote maestros.

El día que una hoja te silbe la melodía del viento. El día que el mar te navegue y tu barco sea eterno, ese día habrás muerto.

Renacerás a la vida del que no tiene fundamento. Renacerás al saber que está escrito en cada acontecimiento. Serás lo que siempre has sido, porque nunca has dejado de serlo.

Los faroles vigilantes que perseguían tu desierto desaparecerán al instante, pues tu luz habrá convertido al fin en oasis tu recuerdo.


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