En la cuna del silencio
me acurruco,
escuchando una nana
que sin palabras me canta,
llenándome por completo.
Es tal el gozo que siento
al estar en ella recogido,
que me olvido de quién soy,
y a la vez lo sigo siendo.
Soy feliz en este no ser,
sin apenas pretenderlo.
El sutil balanceo
de la divina corriente
conduce mi melodía
al instante presente.
Soy un bebé del universo
que vive eternamente,
y en la cuna del silencio,
se mece.