El candado

El candado de las discordias
mutila genitalmente
la hombría del ser humano
que atado de pies y manos
observa indiferente
como la vida se le escapa
sin saber dónde buscarla.

Se colocan en un bando
alimentando enemistades
que ignorantes de verdades
no saben mas que mentirse
y entre confusas obviedades
se tiran los trastos al cuerpo,
a la mente, y al cerebro.

Y siguen viviendo engañados,
mutilados por su engendro.
Son eunucos del tiempo,
de lo que hay que hacer,
de lo que no está hecho.

Un vil montaje del ego,
que se mantiene impertérrito.
Es el rey del castillo
y esto no es ningún cuento.

Allí está la confusión,
el conflicto es perpetuo.
La claridad perdió su expresión.
El discernimiento, un invento.

Recuperar a nuestro hombre
con la mujer que llevamos dentro,
es condición esencial
para Ser con fundamento.

La paz volverá.
Manos y pies
liberados y contentos.
El candado habrá muerto.