Piensa en Dios antes de ejecutar cada acción. Piensa en Él mientras la realizas; y piensa en Él cuando la hayas concluido.
Percibe a Dios como el amor presente en todos los corazones. Siente a Dios en el amor imparcial que abrigas por todos los seres humanos y en el tierno amor que prodigas a todas las cosas creadas.
Forma hábitos divinos percibiendo a Dios en la belleza y en la fragancia de las flores; en los colores del arco iris, en el amor, en la sabiduría, en el poder de las mentes humanas y en la inmensidad de los cielos y mares.
Percibe a Dios como vitalidad en la brisa; como vigor en la luz del sol y paz en la luz de la luna; como raciocinio en la mente y reposo en los sueños; como gozo en el sueño y bienaventuranza siempre nueva en la meditación; y como amor en todos los corazones.
Paramahansa Yogananda
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