lunes, 28 de diciembre de 2015

Dioses

¿Sois realmente conscientes de que somos dioses? ¿Y qué es Dios? ¿Acaso Dios no es todo lo que existe? Las escrituras siempre han dicho que Dios está en todas partes, por lo tanto no hay nada que no sea Dios. Tú eres Dios. Yo soy Dios. Todos somos Dios. Y cuando se habla del Todo se quiere decir que no se excluye absolutamente nada ni nadie. También debemos incluir los ámbitos de nuestra naturaleza que pudieran considerarse oscuros, ya que forman parte, como tú y como yo, de ese Todo al que nos estamos refiriendo. Los criminales son Dios. Los asesinos son Dios. Los dictadores, los sicópatas, son Dios. Abrázate, abrázame, abrázalos, mírate al espejo, y verás a Dios.
 
  El creador, el padre (como solemos llamarle), existía en la no existencia de lo ilimitado como un pensamiento eterno sin manifestación, hasta que decidió volcarse sobre sí mismo para experimentarse y expandirse con el gozo de esta acción experiencial. A partir de ello, surgió la luz manifestada en seres que fueron recreándose en ese gozo. Éramos gotas de luz en la inmensidad. Perlas de felicidad incausada vibrando en el vacío. La propia contemplación, la propia evolución de Dios en sí, continuaba y continuaba en una expansión ilimitada, sin fin ni principio, esencia creadora. Múltiples ámbitos vibratorios, a los que llamamos dimensiones, fueron surgiendo de la propia reverberación de la luz. Los universos, las galaxias, las estrellas, los planetas... la belleza de la creación densificada da pie a la materia. Y en un minúsculo planeta azul, de una minúscula galaxia, de uno de tantos universos, surgió la humanidad. Así, nosotros mismos como dioses, como gotas eternas de luz magnificada, nos creamos la oportunidad de experimentar directamente nuestra propia creación. En un planeta, al que llamamos Tierra, y llenamos de vida para desde el disfrute de la experiencia vital redescubrirnos, para desde nuestra condición material de hombres llegar al conocimiento pleno y manifestarnos como dioses-hombres. Para ser cristos vivientes que no conocen la muerte, porque todo lo que existe es vida. Para expandirnos en el Amor que en esencia somos y compartiéndonos experienciar nuestra multidimensionalidad fundiéndonos conscientemente con el Padre, del que nunca jamás nos hemos separado, pues somos él mismo.
 
  Trascendamos pues las limitaciones de la forma para, desde el gozo de vivir, situarnos constantemente en el Amor de un presente continuo, y así, siendo los dioses que somos, expresar nuestra creatividad llenándonos de vida, para poder sentir nuestra casa, nuestro hogar, en cada rincón de lo creado.