sábado, 24 de noviembre de 2018

La batería de la vida

  La batería de la vida poco a poco se le iba, cansado de actualizaciones que le consumían seguía atado a un pensamiento que lo dejaba sin energía. No podía parar de pensar y lo sabía. Era un adicto a la creencia vivida. Un fantasma perdido en un sueño de fantasía por el que deambulaba sin faro, sin timón, sin guía. No sabía lo que hacía y aun así lo seguía haciendo, como un autómata, siguiendo las instrucciones que marcaban la mayoría. Algo en su interior le decía: "No sueñes más, despierta de la ilusión y vive la vida", pero, ¿cómo hacerlo con tanta oscuridad enaltecida? Y descubrió, que el problema real, era su falta de perspectiva. Su miedo lo ataba en corto y él, sintiéndose sobrepasado, ni se atrevía.
Era todo un circo que no te dejaba salir de la pista, porque si lo hacías ¿Dónde ibas? ¿Se acabarían las distracciones, los payasos, la risa? ¿Cómo vivir sin disfrutar del espectáculo que la gran carpa ofrecía? Había seguido todas las normas, decretos, instrucciones, para ser el maestro de los artistas, y aun así, en ese circo, la vida se le iba. 

  
  Finalmente salió. Pasó a ser minoría. Y se dio de bruces con un silencio que no sabía que existía. Al principio, sintió pavor, añoró el ruido que la carpa le ofrecía. Tuvo la tentación de volver, a lo conocido, a lo controlado, a donde la masa le protegía. Hasta que detrás de ese miedo descubrió una paz que sintió que le pertenecía. Era él, estaba aquí, de verdad, se sentía, pero no había límites, en todo se percibía. La posibilidad no existía pues todo era posible en esta nueva situación que le acontecía. Su batería recargó y dejó de estar enchufado buscando vida. Vibraba con tal amor que nada le resultaba ajeno, recorría mundos en instantes de eternidad complacida. Así pudo volver a la carpa, al circo, para demostrar a los demás que podían salir si se lo permitían. Partir y regresar, con su libre elección ejercida, porque ya nunca más, su batería, se agotaría.

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