lunes, 18 de octubre de 2021

Mi señor

Ya no puedo perderme, mi señor.
Te encontré.
Tu mano tendida es el báculo
que apoya mis pasos
en la senda de tu destino.
Me diste la llave mágica
que abre todas las puertas.
Me diste el mapa encantado
que descubre todos los tesoros.
Mi corazón, agradecido,
no puede hacer otra cosa que amarte.
Amarte a ti es amar sin condiciones,
a todos mis hermanos,
a los que transitan a mi lado,
a los que sólo me ven en la lejanía,
y aquellos que no veo
o no me quieren ver,
también los amo.
Te he conocido,
y ya sé que no tengo nada más que conocer,
pues todo lo que veo me habla de ti.
Sentir la cálida mano de tu guía
es el mayor de los regalos.
Por eso, mi señor,
soy un humilde entregado a tu servicio
que no necesita más recompensas,
sólo las que a través de ti vengan.





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