sábado, 5 de noviembre de 2022

Soledad salvaje

Esta soledad salvaje
que llamó a mi puerta
con golpes inquietantes,
me hizo abandonar
compañías inevitables,
me dio refugio
detrás de su estandarte.
Las murallas cayeron,
el ruido pagó el peaje,
y sólo quedé yo, conmigo,
sin nadie que me delate.
¿Inocente o culpable?
No lo sé.
Quizás debí pedir rescate,
pero el plan ya estaba escrito,
debía bajarme del chisme itinerante,
y fue mi soledad
quien vino a rescatarme.
Abandoné ese andar.
Abandoné los pasos
de mis semejantes.
Y regresé al hogar,
al solitario silencio
de la dimensión insondable.
Allí me vi la cara de verdad,
supe que mi yo era un farsante,
y dejé de acompañarme.

1 comentario:

  1. La cosa está que arde, hermano, y en el fuego aniquilaremos al personaje.

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