Desnudo y solitario,
camina por una sociedad
que no entiende sus pasos.
Si lo ven,
miran para otro lado.
Triste y cabizbajo,
sigue caminando.
Es como el emperador del cuento,
cuyo traje se ha esfumado.
Los trajes que le ofrecen
se quedaron anticuados.
La gente lo mira extrañada,
lo creen un desgraciado.
Él, en su desnudez,
se siente agraciado.
"Aunque ellos no me vean,
aunque me echen de su lado,
Yo, sé por donde ando."
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