que sea el que todo lo abarca, el tema que resuelve y que fragua,
el amor, que es el pulso de todo, su alimento y su herida:
el corazón del hombre y de la mujer está hecho para el amor;
no hay tema sino el amor: el amor que todo lo teje,
abarca y difunde.
¡Oh, cómo se agolpan a mi alrededor fantasmas inmortales!
Veo el vasto alambique trabajar sin descanso; veo y reconozco las llamas que dan calor al mundo,
el brillo, el rubor, los corazones palpitantes de los amantes:
algunos, indeciblemente felices; otros, callados, ensombrecidos,
sintiéndose morir;
el amor, que es la tierra toda para los amantes, el amor, que se burla del tiempo y el espacio,
el amor, que es el día y la noche, el amor, que es el sol y la luna y las estrellas,
el amor, que es carmíneo y suntuoso, ebrio de perfume:
no hay palabras sino las palabras del amor; no hay pensamiento sino el pensamiento del amor.
(Walt Whitman "El trompetero místico" Estrofa nº 5)
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