lunes, 29 de junio de 2015

Muriendo en vida

  El pasado jueves, en el encuentro del grupo de sanación, se hizo una vez más presente la importancia del desapego ("hacer desaparecer el ego"). Finalmente todo consiste en soltar y te das cuenta que son precisamente las ataduras, los agarres, los que nublan tu discernimiento haciéndote creer que el camino está lleno de piedras con las que tropezar. Y así te paseas por la vida sin disfrutar de tu paseo. Entretenido en millones de entelequias tecnológicas, culturales, morales, sexuales, sociales... y sigues tropezando. Tropiezas porque no ves por donde andas, porque ni siquiera sabes que andas. Obstinado en no escucharte pretendes ser escuchado, cuando el oído de tu alma está sordo de ruidos ostentosos que la colonizan. Abandonado en el desparrame no puedes pararte y continuas tropezando, justificando la zancadilla que te lleva directo al suelo de tu inconsciencia. Perdido en argumentos con afán de protagonismo, pierdes la vida y vives muriendo, a cada paso. Te has olvidado de vivir y has muerto sin saberlo, pero la vida, eternamente presente, sigue viva en ti a pesar de tu ignorancia. Expresándose, experimentándose, entre luces y sombras, claroscuros, enigmas, señales, coincidencias, causas y efectos, recorriéndose asimisma en un círculo infinito de realidades concatenadas. Por mucho que te empeñes, por mucho que te opongas, por mucho que te resistas, por mucho que luches, por mucho que sufras, al final, al final de todo, lo sepas o no, vives. ¿No crees que llegó el momento de dejar de oponerse? ¿Has pensado alguna vez en ello? ¿Has reflexionado cual es tu actitud ante la vida? ¿Cuál es el eje de todas o la mayoría de tus acciones? Obsérvate y descubrirás si estás realmente vivo o por el contrario estás muerto en vida. Cuando al observarte veas que estás alienado, que la monotonía es la dueña de tus instantes, que la obligación está por encima de la pasión, que la sonrisa está difuminada en tu rostro, entonces, querido amigo, estás muriendo, dejando de estar vivo, de vivir. Pero, no te preocupes, aún estás aquí, aún es tu momento. ¿Estás dispuesto? Pues adelante.
 
  Empieza por sonreír. Es tan sencillo. Es tan sublime. Que tu sonrisa sea la carta de presentación de ti mismo a partir de ahora, señal inequívoca de que has decidido vivir una nueva vida. Con esta decisión ya abres la puerta de la reconciliación y el reconocimiento de lo olvidado. Las parcelas de tu Ser anteriormente abandonadas por la falta de consciencia empezaran a resurgir regadas por el amor que sale ahora de tu iniciativa. Será todo tan mágico que te sentirás mago y verás en los demás como la magia se expande. Eso sí, ten paciencia contigo, no hay nada que forzar, no hay nada que alcanzar, no hay nada que lograr, simplemente vive. Sigue tu ritmo y encontrarás tu música. Y cuando la nota de tu corazón sea una con la sinfonía de la consciencia, el viento de la verdad sacudirá tus velas, desde ese momento y para siempre, serás libre.
 
 

martes, 23 de junio de 2015

Dejar que la vida sea

  Si el ser humano supiera integrarse con armonía en la sencillez de lo creado descubriría que el Todo no entiende de complicaciones. Empezaría a vivenciar la inutilidad de las disquisiciones y entonces, el silencio, ese fiel amigo que siempre ha estado ahí, ignorado, incomprendido, apartado, saldría al encuentro. Tú, con los brazos abiertos, lo recibirás sin extrañezas, y se fundirá contigo. Desde ese preciso instante seréis Uno, tu ser interno se manifestará protagonista y la mente, hasta ahora a los mandos de tu vida, pasará a estar a tu servicio. Seguirá creando, analizando, interpretando, organizando, pues estas son sus múltiples cualidades, pero lo hará silenciosa, sin juicio, jugando, desde el gozo y el disfrute que le confieren el ser portadora de unos pensamientos que, ahora sí, tienen su origen en la luminosa vacuidad del vacío de la existencia.
 
De inmediato, al convertirte cada vez más en lo creado, de manera natural, todo Es. La fluidez y el desapego se convierten en compañeros de viaje de unas experiencias que no hacen mas que regocijarte. Allá donde miras te ves. ¡Qué belleza el poder ver tu verdadero Ser en los ojos que te observan! Y descubres que todo te sigue, te acompaña, sin intervención, sin exigencia, con Amor. La creación quiere expandirse contigo y a través de ti, y lo hace, surge el Compartir, sin deseo, sin miedo, sin anhelo, sin expectativa, sin tiempo... con sabiduría, con templanza, con coherencia, con ternura, con humildad. Te pierdes y te encuentras en el juego sublime de una vida renovadora que expresa tu divinidad, y dejándote llevar, dejas que todo sea.

viernes, 5 de junio de 2015

Un niño llamado Miedo


  Un día en que la luz se apagó y la oscuridad se volvió absoluta, vino al mundo un niño llamado Miedo. Su madre, llamada Incosciencia, llevaba tiempo esperando que llegara el añorado momento y no cabía en sí de gozo al imaginar que su hijo sería bien recibido en todos los hogares del mundo. Por otro lado, el padre, llamado Control, tenía absolutamente todo planificado en lo que a la vida del recién llegado se refería, había estudiado detenidamente el camino a seguir para que su hijo fuera lo que estaba destinado a ser, un triunfador. Alguien que estaría presente en cada acto, en cada acontecimiento, en cada reacción de una humanidad que perdida en sus disquisiciones no tendría ni la más remota idea de que Miedo sería su más fiel compañero.
 
  En el hogar de Miedo había una serie de peculiaridades que lo hacían especial. Para empezar, no había espejos en toda la casa. La razón de esta ausencia se debió a que el niño, ya desde muy pequeño, manifestó una aversión brutal, a la vez que violenta, a cualquier tipo de reflejo. Al principio, el niño, ante cualquier tipo de insinuación con respecto a verse a sí mismo, ya fuera por algún reflejo perdido dentro de cualquier cristal o por cualquier luz repentina, por muy tenue que fuera, que pudiera aparecer, salía corriendo despavorido. Después, con el tiempo, esa agresividad contenida escapó, lo que ocasionó que en vez de huir destruyera con vehemencia todo aquello que pudiera llamarse reflejo, aunque fuera pálido y difuminado. Otra particularidad era la penumbra que se hacía presente allá por donde él andaba. Al haber nacido en la más completa de las oscuridades ésta se le hizo tan familiar que le acompañaba a todas partes, contagiando, a su vez, a todos aquellos que tenían trato con él.
 
  La ambición de Miedo era tan grande que, fomentada por su padre Control y apoyada por su madre Inconsciencia, le llenaba por completo. Cierto día, cuando ya se había convertido en un joven poderoso, decidió que su casa a partir de entonces sería el mundo y su destino el corazón humano. No podía haber mayor gloria para él que llevar la oscuridad, la penumbra, a aquel lugar que según decían era el de mayor luz que se había visto jamás. Para ello, el señor Miedo se rodeó de grandes escuderos: la duda, el rencor, el orgullo, el desánimo, la mentira... y emprendió su cruzada. Su fuerza y poder eran tan grandes que la humanidad quedó esclavizada. Sin embargo, por más que lo intentó, nunca pudo apagar esa luz tan hermosa que reside en el corazón y que, con las armas del amor, no deja de extenderse iluminando oscuridades.

lunes, 1 de junio de 2015

La libertad de vivir consciente

El pasado 15 de Mayo compartí una charla en Pilas, en el Centro de Bienestar Integral Kalyana. Un año más, por gentileza de mi querida amiga Inés, se nos ofreció esta oportunidad de la que todos los presentes sin lugar a dudas disfrutamos. Ahora, y gracias a la tremenda labor de difusión consciencial de los compañeros de la Asociación Hinneni, os adjunto el video de la misma.