La puerta está cerrada.
He llegado aquí,
a la morada del Amor,
y me dan largas.
No queda más que esperar
a que se abra.
No quiero explicaciones,
no hay atajos que valgan.
He llegado al fin a casa.
La casa de mi señor,
aquél que por mí habla,
el que lo dice todo
sin pronunciar palabra.
Me visto de humildad,
el traje del alma,
llevando siempre conmigo
el pasaporte de la calma.
Y cuando me siento a esperar
mi corazón me acompaña.
He llegado a mi hogar,
aquí todo es bienaventuranza.
Su amor ilimitado
me ha traído a casa,
sólo queda esperar
que la puerta se abra.