a lo lejos, soplando vientos
que murmuran mi nombre.
Es tu rostro el que se esconde,
sigiloso entre las nubes,
de una lluvia aproximada
por la sed de mis labios.
Es tu rostro el que describo
cuando miro la vida sin artificios
entregándome a una imagen
que también es la tuya.
Es tu rostro el que
ahuyentado de caricias,
rebosa mi amor por todas partes
y me sonríe generoso.
Es tu rostro, amada mía,
el que sin comparaciones me delata,
convirtiéndome en el amante de los amantes,
infinitamente satisfecho.
Es tu rostro que es el mío,
porque al mirarnos a los ojos
sólo sabemos fundirnos,
y donde antes éramos dos
ahora somos lo mismo.