Dentro del proceso consciencial de cada alma no es extraño encontrar las que deciden ponerse en manos de lo que ellas denominan un "maestro" para recibir sus bendiciones. Esta circunstancia les produce un gozo que en la mayor parte de los casos, fruto de su fascinación, sienten que proviene de la acción directa de dicha persona, a quien ellas mismas sin casi darse cuenta han dado el calificativo de especial. Por supuesto, no estoy en contra ni a favor de este tipo de experiencias, porque sé, a ciencia cierta, que cada uno vivimos aquello que hemos creado desde la natural evolución de nuestro autoconocimiento. No obstante, si nos vamos a lo básico, a la raíz, ¿qué es un maestro? en la definición de la palabra existen tres acepciones principales:
- "Persona de mérito relevante entre los de su clase".
- "Persona que enseña".
- "Persona que se maneja hábilmente en una actividad determinada".
En definitiva, un maestro es una persona relevante que nos enseña y es hábil en alguna cuestión. A partir de aquí, yo os diría que, si profundizáis en ello, os daréis cuenta de que prácticamente todo el mundo entra en esta definición en alguna u otra faceta vital. Por lo tanto, la conclusión sería que o bien todos somos maestros, o bien no existe ninguno. Llegados a este punto da igual en que lado os queráis situar, pues ambos lados son finalmente el mismo. A aquellos que seguís a alguien que denomináis vuestro maestro os digo: "Vivid la experiencia desde el gozo y el disfrute del instante, pero, eso sí, estad atentos para permanecer en esa presencia y no entrar en la vibración de la diferencia, pues si lo hacéis, si entregáis a otra persona la responsabilidad de vuestra realización, os será mas difícil reencontrar vuestra maestría". Lo real es que la diferencia no existe. Lo real es que no hay personas superiores a otras. Lo real es que compartimos vibración, cada uno en su escala, siendo todo Uno, y todo lo que te acerque a ese Uno te acercará al conocimiento del Dios que eres. Aquellos que veneráis en ritos y ceremonias, aquellos que idolatráis objetos pertenecientes a algún supuesto Avatar, aquellos que esperáis con prestancia la bendición del elegido, sed prudentes, pues la verdad que buscáis está dentro de vosotros, y las parafernalias o artificios que practicáis para encontrarla, en muchos casos, os están alejando de ella.
Ya sois maestros, ya sois Dioses, ya sois benditos. Por lo tanto, bendecíos unos a otros por la inmensa oportunidad que tenéis de recrearos en esta vida, sintiendo, cada uno a su modo, la chispa de eternidad que brilla en su interior.