Todos somos iguales
a los ojos del señor.
Abandona el disfraz de la apariencia.
Hazte uno con tu creador.
La mirada que establece distinciones
no es más que mera ilusión.
Despierta ya a la consciencia
de la no separación.
En esta obra de teatro
tú puedes cambiar el guion.
Sé sincero contigo,
mira desde el interior.
Así verás que las sombras
no son más que un empujón.
En ese momento sublime
la fuente y tú estaréis en comunión.
No tendrás ni que decirlo,
serlo será tu aportación.
Tendrás una mirada distinta,
desaparecerá el pequeño yo.
Nos miraremos a los ojos
reconociendo nuestro amor,
porque dentro de nosotros
late el mismo corazón.
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